viernes, 22 de junio de 2012

LOS VIGILANTES

Proverbios 8:34
“Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas”.


¡Qué glorioso es poder invertir tiempo en ministrar el corazón de nuestro Dios! La Biblia dice que tenemos libre acceso al Trono de su gracia (Hebreos 4:16). No le adoro como quien tiene que hacer un sacrificio por mis pecados para acercarme, Jesús hizo el único sacrificio redentor que borró por siempre mi culpa y pecado y me colocó en una posición de libertad y seguridad delante de Él. Yo puedo adorarle con una pasión ardiente que se halla segura en la firmeza y apasionada obra de salvación.

El pasaje dice “Bienaventurado (Dichoso, feliz, sumamente alegre) el hombre que me escucha”. Cuando nos acercamos al Trono de la gracia para tener intimidada con Él, también tenemos el precioso privilegio de poder escucharle. Recordemos que la comunión íntima es de dos lados: El nuestro y el de Él clamando pasión. Cuando tenemos nuestras citas íntimas de comunión con Dios tenemos también la oportunidad de estar conectados a su voz, su dulce y poderosa dirección. Luego el pasaje añade “velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas”; esto expresa: 
  • NUESTRO ANHELO: Dice que se presenta cada día, como el que percibe el escucharle como vital.
  • NUESTRA  EXPECTATIVA: Velando significa vigilando. Vigilamos expectantes de lo que Él quiere decirnos. Da la idea de quien aguarda toda la noche a sus puertas esperando que las abra y hable. Dios siempre está deseando que lo escuches.
Me recuerda a la gente que muy temprano iba en busca de Jesús, es como decir “no me perderé nada de Él”, y entonces eran ministrados, consolados, sanados, bendecidos y volvían a sus casas “Bienaventurados (Dichosos, felices, sumamente alegres)”. ¿VAS CAPTANDO LA IDEA? Jesús siempre decía: “El que tenga oídos para oír, oiga”.

Apocalipsis 2:29
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

El Espíritu Santo vive en ti y no está callado. Es en la intimidad de su presencia donde nos hallamos tal como somos y completamente a merced de su amor y voluntad. Es por eso, que cada día tenemos la oportunidad de ministrar y amar la presencia de nuestro Dios; pero también tenemos el privilegio de vigilar anhelantes y expectantes a las puertas de la habitación del Rey de Gloria: SU VOZ, SU DULCE, PODEROSA Y TRANSFORMADORA VOZ.
Toma el tiempo para hablar y luego para escuchar porque Él desea que tú vivas completamente “Bienaventurado (Dichoso, feliz, sumamente alegre)” cada día de tu vida. ¡Aleluya!

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